2 nov 2009

HUMANIMAL



Llegando tarde a esto de la temática pero bueno...








Nunca he querido aceptar que soy ambos, un animal y un humano. Porque contrario a lo que pueda pensarse, me avuergüenzo más de mi lado humano, que de mi lado animal. Sí, así como lo ven. Cuando soy humano llevo todos los defectos pintados en mi rostro, y me visto con la inmundicia. No puedo decir que siempre sea malo, pero la verdad es que pocas son las cosas de las que puedo sentirme orgulloso cuando me cuelgo de la etiqueta del "homosapiens" y de hecho estoy pensando en irme con un chamán, para que me libere de la humanidad, tan hostil y tan indiferente.


Una vez por querer hacer el bien, terminé en los separos de la ciudad. Déjenme contarles




Una señora había olvidado a su hijo recién nacido, a la salida de la comercial mexicana de aquí de Plaza Loreto, y yo me di cuenta porque... es raro que alguien abandone a un bebé en una carreola a las afueras de un centro comercial. Así que cuando noté que el niño estaba completamente solo y llorando me acerqué a él. Recuerdo que le acerqué mi mano para que se entretuviera y como no me hacía caso que se la restriego por la cara, sólo que no lo hice muy suave porque cuando me di cuenta tenía mocos bastante húmedos en ella, y la cara del infante tenía tres marcas rojas, que pocos minutos después se convertirían en rasguños y pequeños hilos de sangre brotarían de él. Ahora que recuerdo debí haberlo cortado con mis uñas que ya llevaban más de dos meses sin manicure, pero qué, a fin de cuentas quería ayudarlo y el méndigo mocoso no valoró mi ayuda. Está bien la historia sigue...




El niño dejó de llorar, pero comenzó a frotarse sus pequeñas y suaves manos por su rostro bastante colorado. Las caras que hacía aún las recuerdo, de hecho es lo más gracioso que pasó en aquel fatídico día.

Entonces escuché a lo lejos los alaridos de una persona, fueron tan escalofriantes que ocasionaron que me orinara, sólo que cuando me preguntaron los policías momentos después el porque estaba mojado, dije que el niño había sido el causante del líquido amarillento en mi pantalón Levis, que me regalaron mis papás cuando me gradué de la preparatoria allá por 1976, pero bueno los alaridos penetraron por mis oidos y desembocaron en mi... aparato reproductor. (así lo dejamos, estoy consciente de que es un blog que lo visitan miles de niños, entonces no quiero despertar curiosidades en ellos, que después me hagan sentirme peor).

Pero sucede que los alaridos eran de la madre del niño, alcancé a voltear y vi una señora corriendo hacía mí, y dos policias, obesos para variar, corriendo detrás de ella. La señora agarró al niño de los brazos y comenzó a proferir palabras por demás hirientes contra mi persona, y eso que no las dijo hacia mi lado animal. Por lo que me limité a responder que trataba de amenizarle el rato de desesperación al chamaco, que eso era lo único. Horas después enfrentaría cargos que incluían "maltrato e intento de secuetro". Los policias me sujetaron y sin más ni más me metieron a la patrulla y me llevaron a la delegación. No sé que les pasaba pero cuando ibamos en el móvil, también hacían caras chistosas, como si tuvieran mucho asco, pero esas caras ya no me causaron risa. Estaba bastante preocupado por saber cuál sería mi futuro. Yo un HUMANIMAL, de esos que se extinguieron hace 25 años, porque el gobierno estatal ya no quiso subvencionar a los sectores de población marginada, pasaría el resto de mi vida en una cárcel.


Pero afortunadamente no pasó gran cosa, déjenme contarles la última parte y cómo mi astucia y pericia me permiten hoy contar lo que pasó.


Ya en la delegación, rendí mi declaración. Expliqué el motivo por el cuál llevaba el pantalón mojado y también le sacaron fotos a mis manos. "El cuerpo del delito" así titularon la fotografía de mis manos al día siguiente en el Metro. (pinche diario amarillista, hay perdón, niños si leen esto, pronto lo entenderán, menos tú mocoso que te quise salvar la vida y me condenaste).


Pasadas dos horas me metieron al cuarto donde supuestamente estaría hasta que se aprobara mi condena, pero lo cierto es que algo pasó. Mis compañeros presos comenzaron a vomitarse y le pedían a los policias que rociaran desodorante en la celda, según ellos yo apestaba demasiado, de a perdida le pedían que por lo menos rociara insecticida. Ni modo, quien les manda a ser intolerantes. El chiste es que pasadas seis horas toda la delegación ya "apestaba" a mi fragancia, y digo apestaba porque con ese adjetivo, firmaron mi carta de liberación.

A fin de cuentas estaba libre, y de nueva cuenta en la calle. Justicia, y más que justicia se lo debo a mi pericia. Antes de irme de la delegación, pasé a recoger mis pertenencias, mismas que me fueron arrebatadas al momento de ingresar a mi pequeña celda. En realidad eran sólo una gorra del PRI, de cuando Enrique Doger hizo candidatura, y una chamarra de Charlie Montana. Pero qué creen, los muy pasados de lanza, me las devolvieron remojadas en cloro, esto porque según ellos eran "medidas de prevención y de salud", y no sólo estaban remojadas sino despintadas, chale si la chamarra apenas tenía medio año.
A eso le atribuyo la fuerte gripa que me dio en las dos semanas subsecuentes. El tiempo pasó y frecuentemente soñaba con el niño ese y con su madre. Hasta que un día desperté y estaba en mi faceta animal. Era un perro, pero no cualquier perro. Era un Border Collie, blanco y negro. Solo que la gente me tildaba de "electrico", una niña quiso alimentarme con un helado, y su papá se acercó y le dijo que no se acercara a los perros y mucho menos a uno corriente. Pinche viejo si yo valía más que toda su ropa, bien lavada y nueva.
El caso es que con mi olfato bastante desarrollado pude encontrar la casa donde habitaba el infante y su histérica madre. Ese día espere toda la mañana a que salieran a dar su paseo, y así consumar mi venganza, pero no pasó nada. Al contrario un Maltés me confundió con su hembra y quiso montarme, ja, pero lo único que se montó fueron unas buenas mordidas.

En realidad nunca pude vengarme, solo que antes contaba que en efecto, había despedazado al chamaco. Pero no, aquella ocasión, cuatro años después del inciditente y que ya tenía todo planeado, me conmovió una vez más el llanto del niño. Al principio no comprendía porque lloraba, hasta que vi que su madre yacía tirada en la calle, con el cuerpo despedazado. Un camión la había atropellado y sin escrúpulos el chofer huyó. Platicando en un bar dos años después me enteré que el tipo que la atropeyó era el mismo que en 1980 los médicos gurús habían pronosticado que sería chofer de microbus, sí "el bomberito apache".

El caso es que el niño lloraba demasiado por ver a su madre tirada, la verdad fue algo terrible, así que no tuve más remedio que irme. Desde ese día comprendí que era mejor ser animal que humano. Los humanos son tan perversos, que he llegado a concluir que el pensar nos ha hecho la raza más maldita. Ahora que lo pienso mañana mismo iré a buscar al chamán para que me ayude a quedarme en mi faceta animal.

Por si tienen dudas, en este momento estoy escribiendo esto desde un café Internet, pero la señora que cuida ya me está echando miradas, y no seductoras, sino de desconfianza, debe ser porque mi apariencia es por demás "abrumadora". Pero que ni se atreva a hacerme algo, si no esta vez, no respondo de mis actos.

Ya mejor me voy a ir, porque se me está antojando comerme sus visceras, tiene tanto tiempo que no como eso, o ya sé, mejor sus intestinos...

Oh no, ya agarro el telefono, y escuché como sólo pulso tres veces las teclas. Ni modo, no me gusta comer apresurado, pero bueno mejor así que terminar otra vez en los separos.

P.D: El de la foto no soy yo, es mi hermano. Muchas veces quiso mostrarse en internet, como si fuera de la farándula. Me parezco mucho a él, sólo que mi rasgos son más "finos".

HUMANIMAL

HUMANIMAL













3 comentarios:

Hellhammer dijo...

´Fe de erratas: en un parrafo escribí inciditente, quise escribir... incidente.

June dijo...

jajaja, esta largo, lo leo mañana, cuando la luz me permita ver bien tanto bichito, digo, letra

Christian dijo...

El bomberito apache...