16 mar 2010

Lunes

Este es el cuento que realicé para clase de Loveland. A ver qué les parece, espero sus comentarios, los que lleguen en el corto tiempo que queda para la clase...
Lunes

Era un personaje estándar: feliz, burócrata, clasemediero. Usaba un pesado traje gris aún cuando hacía calor. Vivía solo en un departamento, visitaba a sus padres los fines de semana.
Un día, escribiendo en la oficina, el reporte (un folio con muchos números sin sentido) sobre el asunto (ibídem), decidió que era hora de salir por un refresco, descansar un poco. La plomiza ciudad ruidosa lo recibió con desdén, la tarde llovía pequeñas gotas sobre su peinado perfecto. Sintió que una mirada profunda lo analizaba, invadiéndolo completamente. Miró al lado y se encontró a Beatriz, resguardándose de la llovizna bajo la entrada de un restaurante. Ella le preguntó sobre un asunto pendiente:
- ¿Ya te diste cuenta?
- Beatriz, me alegra saludarte. Déjame decirte que tus argumentos casi me convencen. Pero prefiero apegarme a los hechos.
- Ese tono para hablar, tu burguesía, tu modo de ser tan estándar, tan gastados.. Por favor, ¿no ves – apuntó a su alrededor, un tanto desesperada – que es obvio? La tarde llueve pequeñas gotas, la plomiza ciudad ruidosa…
- ¿Eso qué quiere decir?
- Que estamos en un relato, un relato que ni siquiera puede ser cuento… Un relato sin conflicto…
- Por favor, Beatriz, seamos sensatos…
Pese a la insistencia de la muchacha, el hombre siguió su camino. La tarde tan normal, la oficina, después la casa. Aunque, creciente, inundándolo, habitaba en él una sensación inquietante, que lo condujo a llamar a Beatriz por teléfono. Ella no contestó la llamada, y el hombre temió lo peor. Se dio cuenta de que tenía que hacer algo antes de correr la misma suerte que su compañera.
Se escondió en el sanitario, donde creía -ingenuo- que el narrador-exterminador no podía escucharlo. Se decidió así qué hacer, en pensamientos inextricables. Era un personaje inteligente, fuera de lo común. Cualquier otro hubiera optado por el suicidio, la dejadez. ¿Qué sentido tiene tu vida si eres un relato? No obstante, este hombre, poco a poco, fue urdiendo un plan.
Así, otro día cotidiano, mientras atravesaba el cotidiano puente camino al trabajo, se inclinó sobre el río y se miró. El agua le devolvió su reflejo de mirada profunda. El peinado, el saco de siempre.
Se sintió un poco gris. Comenzó a sentirse enfermo, y le volvió una sensación que siempre había tenido: El vértigo, referente a la atracción por caer, más que al temor por la caída. No obstante, se sentó sobre el barandal del puente, del lado que daba hacia el río. El viento comenzó a soplar fuerte. El vértigo aumentó. El hombre, de todos modos, no se movió. Miró a su alrededor, queriendo capturar la ciudad: Adormecida todavía, nublada, con la gente amodorrada saliendo a trabajar. Él, una figura gris destacando en el paisaje, en medio de todo: sentado, tranquilo, como si nada, del lado del puente dando al río. Entonces se acordó de Beatriz, sólo de la mirada de Beatriz. Y saltó al río.
Después de todo, ¿qué otra opción le quedaba? Su vértigo era la única fórmula posible para salir del atolladero en que se encontraba. Su arrojo, el acto de aventarse al río y llegar al mar, lo llevaría si no al éxito, sí a otra parte, tal vez no mejor, pero sí distinta, libre. Era el único escape de ser personaje estándar, burócrata, clase media. En otras palabras: aburrido.
¡Destrócenlo, pues! Nos vemos al rato :)

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